El Internet de las Cosas es una realidad en
muchos sentidos pero como concepto aún vive mucho de avances futuros,
en gran parte, energéticos. Los sensores sin batería alimentados por
ondas de radio pueden tener la clave.
El Internet de las Cosas
continúa su silenciosa progresión hacia ocupar nuestras casas, y por
ello, aunque cuando aparece en las noticias lo haga porque informamos de
proyectos experimentales o que están en base de desarrollo, hablamos ya
de una realidad a tener en cuenta con usos reales. Qualcomm y Samsung,
por ejemplo, están investigando e invirtiendo para mejorar el
ecosistema y ofrecer soluciones para todos los usuarios, más allá de los
que en principio se sientan atraídos por la domótica.
Sin embargo, por la que tiene que ser principal característica, la
invisibilidad, el Internet de las Cosas se enfrenta a un gran reto:
conectar cada apartado de nuestro hogar e incluso nuestro cuerpo sin cables y consumiendo una energía ínfima. Con el nuevo Bluetooth Smart se pone todo esto en valor, pero hay más pasos necesarios.
¿Y si los sensores no necesitaran batería para recabar e informar
sobre los datos recibidos, ya que pudieran alimentarse de otra manera?
Suena tentador y muy futurista, porque no hablamos de cargar sensores y
luego desconectarlos de la corriente. Hablamos de un proyecto de la
Universidad Tecnológica de Eindhoven en el que los investigadores han
creado un minúsculo sensor que, efectivamente, no utiliza batería para realizar su función, medir la temperatura. Por el contrario, el sensor es capaz de alimentarse de las ondas de radio que genera la red
a la que se conecta para transmitir información. Cualquier lugar que
desee tener integración con el Internet de las Cosas tiene una red o
puede generarla, por lo que esto no supone una desventaja en ningún
sentido.
La gestión de la energía y la eficiencia es un aspecto clave que este sensor resuelve de manera genial
Aunque ya es funcional, el mayor problema al que se enfrenta ahora el sensor, aún en fase de desarrollo, es a la cercanía necesaria a un router
para recibir energía mediante sus ondas. Por ejemplo, el prototipo
actual necesita estar a una distancia de tan sólo una pulgada, aunque
según los investigadores, en menos de un año esperan ampliar el rango a 3
metros, y más tarde, hasta prácticamente 5 metros. Según los encargados
del proyecto, además de temperatura, este planteamiento también sería
válido en sensores encaminados a medir luminosidad, movimiento y
humedad. Más allá de esos usos más o menos domóticos, será interesante
ver cómo avanzan estos sensores de cara a pagos móviles, identificación o aplicaciones corporales en salud.
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